Sobre fortalezas, inclusión e inversión

En mi primera columna del año, comparto con ustedes algunas reflexiones sobre las posibilidades futuras del crecimiento del PBI, vistas las perspectivas de la economía internacional y por cierto de nuestras variables internas. Moderadamente diría que, a diferencia de lo ocurrido en momentos de exacerbación de la crisis económica norteamericana, esto es el tercer trimestre del 2008 comparado con similar periodo del 2011, estamos mejor preparados para responder con acciones de política económica contracíclica frente a un mayor nivel de deterioro de la economía mundial; la tarea sería cómo reforzar más esta capacidad de respuesta.

La economía internacional no presenta buenos augurios para el 2012; se prevé que Europa occidental se contraiga en 0.2% con una probabilidad de mayor deterioro, ante la incertidumbre que allí no solo no se pongan de acuerdo en una política fiscal única sino además en definir un fondo de rescate tamaño familiar, de tal forma que no deje dudas respecto a la no necesidad de tomar plata de los mercados de capitales; asuntos difíciles de resolver en el corto plazo. En el caso de los EE.UU. se pronostica una incipiente tasa de 1.4% de crecimiento, que si nos basamos en la ley de Okun no arrojaría para nada solventes y sostenidas reducciones de la tasa de desempleo, factor central para apuntalar cualquier robusta recuperación de la variable consumo, fundamental para una recuperación sostenida. En el caso de China, la tasa de crecimiento pronosticada de 8% es inferior a la del año anterior, lo que significa que se reduce la velocidad de esa gran locomotora de precios de nuestros minerales, muy al margen de sus propios problemas macro como el presentar tasas inflacionarias por fuera de lo deseado y algunas burbujas sectoriales.

Con un escenario externo que no pinta bien, deberíamos no solo cuidar nuestra capacidad de respuesta macroeconómica sino hacerla más sostenible en el tiempo. Que las Reservas Internacionales Netas respecto al PBI al tercer trimestre representen el 28.7% mayor al 27.4% de similar periodo del 2008 o que la deuda pública total respecto al PBI sea de 20.9% respecto al 23.9% en el 2008; son signos, qué duda cabe, de fortaleza, el punto es no solo detentar estos sino reforzarlos y allí me parece útil avanzar más rápidamente en propiciar una menos regresiva distribución del ingreso a la vez de continuar propiciando una mayor dinámica de la inversión privada.

Sobre la regresiva distribución del ingreso, alguna consultora económica vinculada al fujimorismo, ayer señalaba que la desigualdad se ha reducido (omitiendo señalar que en las Enaho que sirven de base para los cálculos del coeficiente de Gini, la gente del nivel socioeconómico A muy poco declara, por lo que hay una distorsión en el cálculo, de allí que este coeficiente es en realidad mayor al oficial). A partir de esto entonces no habría nada que hacer sino dejar que las cosas sigan mejorando en automático. Así a esta consultora le viene de perillas el propio título de su nota “Mal informando sobre supuestas mal informaciones”. Por lo demás, avanzar más rápido hacia una menos regresiva distribución del ingreso empodera el consumo privado (que explicaría el 50% de la expansión del PBI en el 2011) dado que la gente de menores ingresos tiene una propensión al consumo mayor respecto al resto de la población.

El otro aspecto es continuar con una deliberada política de promoción de la inversión privada pero sostenible en el tiempo con una indispensable legitimación social, siendo clave para ello la preservación de equilibrios medioambientales.

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