(Gestión 15-02-2011). Hace poco, el Banco Central publicó las estadísticas del comercio exterior al 2011 y por supuesto que el valor alcanzado US$ 46,268 millones es destacable, pero creo que lo peor que podríamos hacer con un escenario económico externo aun incierto es tener miradas autocomplacientes sobre nuestra inserción en los mercados internacionales, creo que más bien hay nuevos retos. Señalare algunos.
Más exportaciones tienen un efecto incremental sobre la demanda y así multiplicadamente sobre el PBI no cabe duda, el caso es como maximizarlo y esto se vincula a la estructura de estas. Nominalmente las exportaciones aumentaron en 30% y en término de volúmenes en 8.5% entre el 2010 y 2011, aunque su composición se mantuvo casi igual: Las tradicionales (de menor valor agregado) en 77.8 y 77.5% respectivamente y las no tradicionales (de mayor valor añadido) estancadas en 22.2 y 22.5% respectivamente. Incluso si vemos la descomposición de las exportaciones sectoriales por sector, resulta que las mineras predominan en las tradicionales, explicando un 78.5 y 76.3%, siguiéndole en importancia petróleo y gas con 11.1 y 13.1% respectivamente. Es decir casi un inmutable 90% de las exportaciones tradicionales se sustentan en sectores poco intensivos en el uso de mano de obra y con relativamente débiles encadenamientos productivos (hacia atrás) con bajo valor añadido comparativamente respecto a otros sectores como la industria. Con esta evidencia, sólo aquellos con una patológica carga emocional liberal siguen insistiendo en el libre juego de las fuerzas de mercado como asignadoras de recursos. Contrariamente, creo que las políticas públicas son indispensables para lograr una estructura productiva objetivo en el marco de una permanente promoción de incremento a la competitividad, porque sólo así se podrá entrar a nuevos mercados.
Otro aspecto por desbrozar del total de nuestras exportaciones tradicionales (US$ 35,387), que de lejos definen la magnitud total de nuestras exportaciones (US$ 46,268), es la fuerte dependencia de determinados mercados. En el caso del los EE.UU el 18.7 y el 18.5% de nuestras exportaciones tradicionales van allá, mientras que en el caso de las no tradicionales la composición está entre 23.1 y 25.4% entre el 2010 y 2011 respectivamente. Creo que, deberíamos buscar una mayor diversificación de mercados de nuestras exportaciones; mas aun cuando hoy, la economía norteamericana crece lentamente, con una revisada tasa de crecimiento a la baja de 3.2 a 2.7%, incluso el año pasado habría crecido sólo en 1.7%, estos números son bastante más pequeños que la magnitud necesaria para absorber sustancialmente el desempleo estancado en 8.3%, y hasta que no baje sustancialmente esta última tasa, no se podrá recuperar sustantivamente el consumo y la demanda en este país, no estando exentos de incertezas estos pronósticos, mas aun ahora cuando los problemas en la zona euro siguen con una Grecia con adversa efervescencia social por las medidas fiscales exigidas para acceder al nuevo paquete de ayuda así como revisiones a la baja en las calificaciones a varios países.
Entonces establecer una agenda mínima de acciones para diversificar nuestros productos de exportación así como los mercados de destino, emularía a una sana práctica en finanzas, cual es de diversificar el riesgo, que en lenguaje simple nos dice que no debemos poner los huevos en pocas canastas.
Totalmente de acuerdo con la necesidad imperiosa de diversificar nuestras exportaciones y sus destinos, dando preferencia al aumento de las no tradicionales. Como he señalado en comentarios a apuntes anteriores, es necesario añadir exportaciones de origen minero procesando las tierras minerales -especialmente metálicas- para la producción nacional de metales y otros elementos refinados para eventualmente incluir la fabricación de sus productos derivados de alto valor en el Perú. Este objetivo de desarrollo requiere una estrategia o política de Estado que demande a las empresas nacionales y extranjeras en minería en el Perú inversiones paralelas en procesos industriales locales de transformación del producto de sus inversiones extractivas, para la producción de metales refinados y aleaciones de alto valor, y eventualmente la producción de productos metálicos valiosos. De otro lado, no llego a visualizar cómo un aumento de 8.5% en nuestras exportaciones en términos de volumen entre el 2010 y el 2011 se condice con las cifras correspondientes provistas para el crecimiento de las exportaciones tradicionales y no tradicionales en el mismo período, por lo cual agradecería una aclaración.