En mi ultima columna del 01 de julio La Desilusión puede ser peor, señalaba las razones por las cuales el 4.25% de crecimiento del PBI en abril no debía de interpretarse como señal inequívoca que la economía había alcanzado un punto de inflexión y de ahí en adelante la desaceleración económica seria parte de la historia; recomendando cautela o evitar triunfalismo prematuro…. Semanas después, tal cual, se proyecta que el en mayo el PBI habría crecido a lo sumo 2.5%, si bien esta tasa se podrá contrastara con la que hoy anunciara el INEI, esta será inexorablemente más baja que la de abril. Miremos con algo mas de detenimiento la desaceleración vigente.
Como refería en mi pasada columna el 4.25% de crecimiento no era sostenible puesto que el 60% de dicho aumento se sustentaba en sectores básicamente definidos por condiciones episódicas de oferta: Pesca (154% por inicio temporada pesca) Minería y Manufactura ligada a la producción de harina y aceite de pescado; en contraste sectores definidos por demanda y con alta de intensidad de empleo como construcción se contrajo en algo más de 6%, con lo cual era por demás evidente que con estos números y expectativas detrás, el 4.25% de abril no era sostenible como finalmente ocurrió.. Estimaciones preliminares señalarían que los sectores primarios que en abril crecieron 13%, en mayo solo lo habrían hecho en 3,5% adicionándose a esto que sectores como construcción seguía cayendo en un rango de 7 a 10%, no obstante la proliferación de ferias inmobiliarias, el problema es que inversores inmobiliarios que edificaron en terrenos caros en medio del boom inmobiliario, ahora al no poder trasladar este mayor costo al precio final del departamento construido , tiene que sacrificar su margen de ganancia, con lo cual se le quita las ganas de seguir en invirtiendo en este sector.
Otra forma de mirar la insostenibilidad de la cifra de abril y la continuidad de la desaceleración es observar lo que viene ocurriendo con componentes gasto tan importante como la inversión privada (80% de inversión total) cuya dinámica incide en el empleo y el consumo privado. Pues bien la inversión privada viene cayendo sostenidamente trimestre tras trimestre desde el 2sdo trimestre del 2014 -1.7%,-4%,-1.4%,-3.9% y -7% en el segundo trimestre del 2015. ¿A que responde la caída libre de la inversión privada?
En una reciente encuesta anual de Semana Económica e Ipsos Perú a Gerentes generales de empresas que operan en el país, 3 de cada 10 esperaba rentabilidad 0 en sus firmas, mientras que en 2014 este mismo grupo esperaba un retorno de 20%, aquí el tema de las expectativas es critico, mayor pesimismo empresarial, se asocia con dilación de decisiones de contratación de personal y/o compra de insumos, esto último se refleja por ejemplo en la contracción de la importación de bienes de capital entre abril y mayo en -14.5%.
Y finalmente, quizás lloviendo sobre mojado , el aumento reciente del ritmo devaluatorio sobre la base de un posible adelanto de la suba de la tasa de interés de la FED, encarece insumos y bienes de consumo importados, a la vez que esto último daría el margen para algún grado de encarecimiento de bienes locales sustitutos de estos últimos, al final la mayor inflación resultante, contrae el salario real y por tanto al consumo privado también, alejando aun mas el tan anunciado pero esquivo fin de la desaceleración del PBI.
Dado lo descrito y con la ventaja que puede representar la delegación de facultades recibidas, debería dejarse de lado la opción gubernamental de implementar medidas aisladas como la reciente de transferencias presupuestales y mas bien presentar un conjunto integrado de acciones de política, con metas previstas en el tiempo y magnitudes, incluido un balance de riesgos. Este sería -quizás además con una dosis fuerte de liderazgo-, el paso inicial para intentar recuperar la confianza de los agentes privados; seguir con el modus operandi actual garantiza la continuidad de la desaceleración.