Kurt Burneo
Profesor Investigador CENTRUM Catolica.
Según cifras de una reciente Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2014-2015, el 10% de los compatriotas con mayores ingresos mensuales perciben en promedio 18 veces lo que en promedio percibe el 10% más pobre en el 2015, manteniéndose dicha diferencia en magnitud similar a la existente en el año 2014. Considerando que en dichos anos el PBI creció 2.4 y 3.3%, se estaría evidenciando que el crecimiento económico (sustentado cada vez más por sectores determinados por la oferta como minería, pesca etc.) no implico la reversión de la sustantiva desigual distribución del ingreso, graficada con claridad por la relación entre ingresos de distintos estratos, Miremos el tema más de cerca.
En el 2015, el ingreso (a soles del 2015) per cápita promedio del 10% más pobre es de S/.2,939 vs los S/. 155 de aquel que pertenece al 10% más pobre. Esta relación de 18 veces más, es casi la misma, si relacionamos estos deciles de ingreso situados en los extremos, comparando lo ocurrido en el 2014 S/. 2,908 vs S/. 153. Y añadiría que la magnitud de la desigualdad podría ser mayor, en tanto que, cuando se aplican encuestas sobre condiciones socioeconómicas como la ENAHO, las personas de mayores ingresos no declaran y si lo hacen no revelan su verdadera magnitud. Y si a pesar de la contundencia de estos números, alguien tiene dudas respecto a la desigualdad del ingreso como problema pendiente, no obstante el crecimiento económico ocurrido en el país en los últimos años; un indicador de dicha desigualdad como es el coeficiente de Gini, se ha mantenido fijo en 0.44 en los últimos tres años. Teniendo además solo reducciones marginales luego del 2009 ano en el cual el coeficiente fue de 0.47. En suma la bonanza macroeconómica post crisis del 2008 donde la economía peruana acumulo un crecimiento de 38.4% al 2015, solo implico la reducción en 3 centésimas del indicador de desigualdad. Adicionalmente, al mantenimiento casi constante de la desigualdad a nivel nacional, se agrega también que durante estos años de bonanza económica, se mantuvo sin variación, la mayor desigualdad en el medio rural respecto al urbano, y de la selva y sierra respecto a la costa. En suma, el PBI crecía en estos últimos anos pero la desigualdad en el ingreso nacional e interna se mantuvieron sin cambios sustantivos. ¿Qué perspectiva futura tendremos continuando este patrón de crecimiento?
Es evidente que lo descrito, da cabida para el accionar de políticas públicas, que busquen revertir el curso que ha venido siguiendo nuestra economía, estas intervenciones ya sea en la forma de políticas de ingresos, que aparte de tener efectos redistributivos, tiene un efecto macroeconómico reactivador, por la mayor propensión al gasto de gente con necesidades insatisfechas; o en la forma de un realista (a diferencia del oficial) Plan de Diversificación Productiva, que contenga entre otros componentes, un alternativo vector de precios relativos (tipo de cambio, salario y tasa de interés reales) respecto al actual, en tanto sea promotor de sectores con economías de escala y de alcance adecuadas así como con potencialidades de inserción en cadenas de valor externas.
Una vez más, la contundencia de la evidencia empírica nos dice que el crecimiento económico en el mejor de los casos, sería una condición necesaria pero no suficiente para procurar una menos desigual distribución del ingreso entre nosotros. La economía podría seguir creciendo, pero la aumentada riqueza resultante -para no pocos-, solo la seguirán viendo pasar. ¿Seguiremos cruzados de brazos?