Es lugar común referenciar el crecimiento inclusivo como ideal de la política macroeconómica de corto plazo, esto además de lograr que el PBI efectivo oscile alrededor del producto potencial, probablemente sean las 2 principales preocupaciones en cuanto al nivel de actividad económica en el día día para el MEF… En esta nota tratare de explicar que significa que el crecimiento sea inclusivo desde una de sus perspectivas la laboral.
La demanda de empleo (a cargo de las empresas) depende no solo de la evolución sino también de la composición sectorial de la actividad económica; como referencia veamos lo sucedido en agosto último: Mientras que la economía creció 5.52%, el empleo solo lo hizo en 0.6%; si consideramos que promedialmente cada punto de aumento del PBI implica 0.4 puntos de aumento en el empleo, este debería haber crecido en alrededor del 2.2%. La explicación va por el lado que el crecimiento hoy está basado en sectores como minería, hidrocarburos así como pesca que o son poco intensivos en mano de obra o demandan empleo eventual, en tanto sectores intensivos en mano de obra como industria ay construcción no solo no crecen sino incluso se contraen.
Al margen del poco dinamismo de la demanda laboral, estructuralmente haya una circularidad perversa que sostiene una secular demanda de empleo de baja calidad: Empresas con baja productividad por inexistente innovación, sin economías de escala, poco diversificadas con productos poco incorporantes de conocimiento y principalmente informales; factores que en movimiento recursivo garantiza una demanda de empleo intermitente y de baja calidad. Más existieron incentivos para revertir esto? No por lo menos hasta que se acabó el súper boom de materias primas: Hasta el 2014, la masiva entrada de dólares por disparados precios de commodities genero 2 efectos similares a los que refería Juan Luis Guerra como un deseo en una antigua canción …Ojalá que llueva café en el campo…deseo que para exportadores de commodities como nosotros se hizo realidad de 2 formas: La revaluación del sol frente al dólar aumentaba con el mismo volumen de exportaciones, nuestra capacidad de importar más bienes y servicios y adicionalmente el efecto reductor sobre los precios internos hizo que los salarios aumenten su poder de compra…..sin que la productividad laboral se haya incrementado; condición fundamental para sostener el crecimiento. Se acabó el boom y nos quedamos como ahora colgados de la brocha. ¿Pero qué tan lejos estamos de estándares extranjeros? De acuerdo a Casell y Araujo (2015) la productividad laboral de un trabajador peruano es un 25% respecto a la del trabajador norteamericano, uno de los menores incluso al interior de los países de la Alianza del Pacifico: Chile (36%), Colombia (23%) y México (35%); esta es la mala noticia. La buena. Es que el potencial de expansión de la producción en nuestro país sería mayor que el resto de países en región: Si se lograse incorporar la productividad gringa, la nuestra alcanzaría a un 65% de la productividad laboral en EEUU, haciendo lo mismo Chile alcanzaría 58olo, Colombia 54% y México 44%. Pero ojo consideremos que detrás de nuestros números se esconde una gran heterogeneidad, puesto que si vemos estos desagregadamente, el problema se complica; El 89.1 de empresas en el Perú son Mypes cuya productividad laboral es la mitad de la que exhibe una gran empresa.
Pero los determinantes del empleo de calidad ¿Son solo económicos? Desafortunadamente No. Factores legales también reducen el coeficiente de elasticidad empleo producto; Perú de acuerdo al WEF, ocupa el 9no lugar en el ranking de países con peores condiciones para contratar y despedir trabajadores; adicionalmente hoy una misma contingencia laboral, judicialmente se resuelve de manera distinta, todos estos aspectos reducen el efecto macro de arrastre sobre el empleo; en suma el llamado crecimiento inclusivo no solo es un asunto de economistas, los juristas también tienen mucho que decir y resolver.