¿Sólo las finanzas importan?

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Si hay un indicador de cuanta riqueza se genera en un periodo de tiempo en un país, este es el Producto Bruto Interno (PBI), como sabemos también de dicha riqueza generada, dependen los ingresos de los agentes económicos,  en tanto son proveedores de servicios de factores productivos  cuyo concurso permitió la generación de esta.  Uno de estos agentes  es el Estado, el cual percibe los ingresos tributarios. Magnitudes reducidas de estos -dado un nivel de gasto público-, generan un déficit fiscal mayor, definiendo un contexto fiscal, que si bien   financieramente es aun manejable, quizás no podríamos decir lo mismo sobre ello, desde una perspectiva económica. Veamos porque.

Como es sabido se han venido sucesivamente recalculando a la baja las proyecciones de  crecimiento 2017. Así en diciembre el  Reporte de Inflación  (RI) del BCRP  refería una proyección de crecimiento de  4.3% reduciéndose a  3.5% en el RI de fines de marzo; resultado último producto  del inexplicable ajuste fiscal del último cuatrimestre 2016 (contracción del déficit de 3.4 a 2.7% del PBI), sumado al efecto adverso sobre la inversión, producto de la pérdida de confianza generalizada  derivada del efecto  Odebrecht y para rematar el enfriamiento de la economía,  ocurre  el destructivo  fenómeno climatológico llamado  Niño Costero .  No se requiere mucha intuición para suponer que tasas de crecimiento menores del PBI complican las cuentas fiscales y el déficit, por el lado de un menor crecimiento de la recaudación; más aún, cuando el contexto  actual de destrucción de capacidad productiva generada por el fenómeno denominado Niño Costero, previsiblemente presiona por un mayor nivel de ejecución del  gasto, superior al 60 a 70% promedio del contenido en los presupuestos institucionales modificados (PIM) en el sector público.

Pero surgen más fuentes de desequilibrio fiscal. Según el RI del BCRP de marzo 2017, incluyendo el efecto del Plan de estímulo económico 2017 , el gasto no financiero del gobierno general  en términos reales se incrementaría en 7% , mientras que los ingresos corrientes del ingreso en general crecerían en 6.1% dato que incluye el efecto de 0.3% de aumento en la recaudación producto de recientes medidas tributarias. Como resultado se tiene un mayor déficit primario que alcanzaría un 1.5% del PBI, el cual sumado al pago por intereses  (1.3% del PBI)  explica el 2.8% de déficit fiscal proyectado por el BCRP.    Si bien desde una  perspectiva financiera este déficit proyectado  incrementaría marginalmente la deuda bruta de 23.8 a 24.5% del PBI entre 2016 y 2017 en tanto la neta de 7.9 a 9.9%, cabría preguntarse si económica y no solo financieramente  son sostenibles algunos  de los componentes de las cuentas fiscales.

Veamos el caso de los ingresos corrientes. Proyectados estos respecto al  PBI en 18.9% para el 2017, con ello ¿Cuanta suficiencia económica tendría  el Estado para atender las necesidades del país? Cabe referir que este nivel de recaudación, incluso es inferior al ratio de  19.8% correspondiente al 2009 cuando el país salía del efecto adverso generado por la crisis subprime,  la cual  llevo a un crecimiento del PBI de solo 1.12% en dicho año; y ni que decir respecto al ratio de 22.8% alcanzado en el 2012. La cosa se pone más complicada si consideramos la proyección del BCRP sobre dichos ingresos respecto al PBI del 2018: 18.6%.  Por otro lado, y siempre desde el plano económico, detrás de estos ratios ingreso corriente/PBI, las recientes medidas tributarias cuyos resultados están contenidos en dichos ratios, ¿Permitirán revertir las actuales asimetrías tributarias: El 0.1% de los contribuyentes explica el 61.9% de la recaudación mientras que las microempresas 64.8% de contribuyentes solo explican el 8.9% de los ingresos tributarios, o quizás servirán para ampliar la base tributaria o para  revertir el actual 33% de incumplimiento del IGV respecto a su base potencial?

Sin dejar de reconocer la utilidad de las finanzas públicas en general y la necesidad de tener control sobre el déficit, financieramente nuestra situación aún es sostenible, pero mirando uno de sus determinantes como  los ingresos corrientes, económicamente ¿tienen sostenibilidad? ¿Valdría la  pena  pensarlo no?

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