Una variable importante para revertir la desaceleración del PBI, es la dinamización de la inversión pública; por ser funcional a la reversión de los 3 años de caída sostenida de la inversión privada, variable determinante del crecimiento tanto en el corto como en el largo plazo. Trataré brevemente estos asuntos
Según el Marco Macroeconómico Multianual 2018-2021, la inversión pública crecería en 7.5% en 2017 y 17.5% en 2018. En este año, dado que entre enero y mayo la inversión pública se contrajo en 12%; el aumento de la misma en el 2do semestre de 2017 debería ser de alrededor del 20% para lograr el crecimiento propuesto. ¿Es plausible esto? Por supuesto que sí, dado que la base de comparación es el 2do semestre del 2016, periodo donde la inversión pública venia en caída libre: desacelerándose desde el 1er trimestre e incluso contrayéndose en el último cuatrimestre. No obstante, con independencia de este efecto estadístico a tener en cuenta, la expansión de la inversión estatal es funcional a la recuperación de la inversión privada, impulsándose el PBI de corto plazo, como también el producto potencial, vía el aumento del stock de capital físico y la productividad factorial.
Por otro lado, la inversión al 2016 según el BCRP representa el 22.8% del PBI, explicando la inversión pública el 4.8% del PBI y la inversión privada el 17.9%. Desde una perspectiva económica, la inversión pública facilita la inversión privada; sobre todo la relacionada en infraestructura; expreso la idea de funcionalidad con un simple ejemplo: Cuando se construye una carretera como proyecto de inversión pública en el sector rural, se incrementa la conectividad con los mercados, de los productores ubicados en el área de influencia del proyecto, y por tanto surge a continuación como posibilidad la realización de proyectos de inversión privados; la funcionalidad es evidente.
Cierto es que para que suceda lo descrito hay algunos condicionantes: a) Que la inversión pública se desarrolle con la mayor continuidad posible. La Reconstrucción con Cambios implica S/. 23,300 millones a invertirse en los próximos 3 años, dirigiéndose los recursos en principio a regiones y municipalidades para la ejecución de estos. De no tener las capacidades de gestión necesarias, la inversión la hará el gobierno nacional. Dada la magnitud de los recursos por invertir, e incluso la participación en las licitaciones, de constructoras extranjeras, dados los problemas actuales de reputación de varias de las empresas locales; es por demás previsible que los gobiernos subnacionales no cuenten con suficientes capacidades, por ello creo que hay el riesgo de innecesariamente atrasarse la ejecución de la inversión pública y de allí la tan anhelada recuperación de la inversión privada. b) La evolución del déficit fiscal, pronosticado en 3% a fin de este año, y 3.5% para el 2018, de allí en adelante el MEF proyecta una trayectoria descendente para llegar al 1% en el 2021. ¿Es plausible ello? Por un lado, lo que viene pasando, es que al segundo trimestre de 2017, el déficit fiscal fue de 1,4%del PBI, mayor al 1,1 % respecto al segundo trimestre de 2016. El problema es que este mayor déficit, es resultado de la reducción de los ingresos corrientes y el deterioro del resultado de las empresas públicas. Apostar a la recuperación de la recaudación tributaria solo por la esperada aceleración del crecimiento del PBI, -de ocurrencia demorada por lo explicado líneas arriba-, es una apuesta riesgosa. Por ello deberían adoptarse medidas específicas cuando menos para adelantar los flujos de recaudación, además de tener mayores grados de flexibilidad en la gestión presupuestal, el cumplimiento de estas condiciones abonaría a una mayor credibilidad respecto a la aceleración económica y de la reducción prevista del déficit luego del 2018. Consistencia y plausibilidad son fundamentales para recuperar el optimismo en las expectativas.