Cuando aparezca esta columna, ya debe haberse producido el cambio de varios miembros del gabinete; ello como respuesta a la demanda ciudadana reclamante de una mejor performance del Poder Ejecutivo, dados los resultados logrados hasta hoy, con el añadido de decisiones tan controversiales como el indulto concedido a Alberto Fujimori; en un contexto de enfrentamiento con el Congreso manejado por una mayoría opositora, a la cual le falto poco para declarar la vacancia presidencial. ¿Será este cambio de personas suficiente para mejorar la gobernabilidad y performance del Ejecutivo? Creo que no lo es y explicare brevemente porqué.
Un supuesto fundamental: Se asume que el ruido político con efecto sobre la economía se va a ir disipando, ya sea por la feliz concurrencia de eventos festivos de fin de año, seguida por la visita del Papa al Perú en enero. Entonces, diría que luego del inevitable debilitamiento de PPK producto del intento de vacarlo, en términos efectivos le resta menos de un mes, para lograr implementar un indispensable cambio de estrategia, siendo para esto últimos cambios de algunos ministros condición necesaria pero no suficiente.
Es obvio que los perfiles de los ministros deberían contener un indispensables expertise técnico, pero también, alguna experiencia en el manejo adecuado de situaciones políticamente gravitantes, tanto a nivel inter e intra sectorial. Estas 2 condiciones son importantes, porque de ellas, dependerá en gran parte la probabilidad para el logro de una mayor efectividad y eficiencia de las políticas públicas; aspecto medular para definir la percepción ciudadana respecto a la performance que viene cumpliendo el gobierno. A manera de ejemplo, hoy 24 de diciembre -día en el que escribo esta nota- se dio a conocer el indulto concedido a Alberto Fujimori, dada esta controversia decisión, ¿Cuál es la performance que vienen cumpliendo los ministros, en estos últimos días, al tratar sobre esta decisión presidencial?
En términos prácticos, un Ministro de Estado además debe contar con una explicita agenda sectorial priorizada y pelea por ella, pero también debe tener conocimiento de restricciones claves para toma de decisiones, por ejemplo; mientras que en el sector privado un gestor puede hacer todo lo que la ley no prohíbe, en el sector público sólo se puede hacer aquello que la ley explícitamente señala. Un condicional adicional, es contar con la versatilidad necesaria para cuando menos a nivel de los fundamentales, pueda tratar temas de gobierno transversales. Finalmente, el accionar de este gabinete, debería estar enmarcado en una estrategia gubernamental con objetivos de corto y largo plazo explicitados y medibles. La inobservancia de lo anterior ¿Cómo afectaría la economía?
Los canales son varios, el primero, es un predecible menor nivel de ejecución del gasto público, pero tanto o mas importante que lo anterior es que las expectativas de los agentes económicos no se vean mejoradas, dada la menor confianza que genera el gabinete. De lo expuesto, es obvio que el cumplimiento de las condicionalidades antes referidas, son funcionales por ejemplo al logro de la tasa de crecimiento proyectada por el MEF de 4% para el 2018; siempre y cuando claro está que el ruido político se diluya con rapidez.
En suma, en cuanto al gabinete, lo necesario no sólo es un cambio de nombres, se requeriría que cuenten con expertises técnicos y de manejo político; todo ello inscrito en una comunicada estrategia gubernamental para el resto del periodo. Legando al bicentenario veremos cuanto se pudo avanzar en esta línea.
¡Exitoso 2018 para todos!