La semana pasada se anunció la convocatoria al Consejo Nacional del Trabajo (CNT), para discutir un aumento de la Remuneración Mínima Vital (RMV); estando hoy en riesgo de ocurrir un nuevo episodio de desaceleración de la economía, en razón de la aún no resuelta inestabilidad política presente, y limitaciones para impulsar la demanda ¿Cuán oportuno es discutir en este contexto, un alza de la RMV y cuales podrán ser algunos resultados previsibles?
La lógica de un aumento de la RMV, puede ser vista desde la macroeconomía: Un aumento de esta, podría propulsar el consumo privado, explicando este último casi el 65% del gasto en la economía, lo que a su vez impulsaría el PBI de corto plazo. ¿Puede tal aumento ser de cualquier magnitud? No. Este debe de estar sustentado en un aumento de la productividad laboral y ello se asocia a su vez con la posibilidad de efectivizarían del aumento por parte de los empleadores, ¿Es factible ello?
Existen tres segmentos de trabajadores cuyos salarios se elevarían con el aumento de la RMV: a) los que perciben S/850 o menos, implicando 108 mil empleos. b) los que ganan entre S/850 y S/930 , involucrando 105 mil empleos; y c) los que perciben entre S/930 y S/1.000 posibles beneficiarios indirectos implicando 96 mil empleos más. Es decir, un aumento de la RMV implicaría un aumento a potencialmente 309 mil trabajadores. Pero como dice el dicho, del cuero salen las correas; esto es, el empleador debe de tener la capacidad de lidiar con este aumento que no podría ser mayor a S/.95 considerando la variación de la productividad e incluso la inflación, ocurridas luego de mayo del 2016,fecha del último ajuste de la RMV.
Sin embargo, no obstante la moderada magnitud del incremento, el riesgo actual de un nuevo episodio de desaceleración económica hará inviable la efectivización de este, en tanto se empieza a deteriorar la confianza del sector empresarial , en medio del ruido político actual, y una incipiente recuperación de la demanda interna. Por ello lo que sucedería de determinarse un aumento de la RMV, es que los segmentos de trabajadores con menor productividad relativa sea por falta de formación y/o experiencia (jóvenes y mujeres principalmente) serían los primeros en perder sus puestos de trabajo formales. Lo antes descrito se daría en un contexto donde desde hace varios años la economía crece por debajo del 5%, con lo cual no se logra absorber a los 230,000 trabajadores que anualmente se incorporan al mercado laboral; recordemos que la demanda de mano de obra es una demanda derivada de la evolución del PBI y su estructura; razón por la cual, hoy dada la insuficiente tasa de crecimiento; de cada 10 trabajadores, 7 son subempleados, siguiendo una tendencia creciente iniciada desde el 2015 en adelante. Para corroborar ello miremos lo ocurrido el año pasado: El empleo total subió en 1,9%, esto es 314 mil puestos de trabajo, sin embargo, esta cifra esconde una reducción del empleo formal de 2,9%, esto es 131 mil empleos, junto a un aumento del empleo informal de 3,8% representando 445 mil empleos. Es así como la informalidad laboral alcanza al 73,3% de los trabajadores.
Por lo expuesto, no obstante la moderada magnitud en que se incrementaría la RMV, sobre la base de la inflación y productividad ocurrida desde el último ajuste, el cuestionamiento es la oportunidad del mismo. Tanto porque las expectativas económicas hoy tienden a ser más escépticas o pesimistas, dado el ruido político actual, como también porque existen limitaciones para expandir sostenidamente la demanda, por el lado de la inversión privada y pública. Qué la búsqueda de inciertos réditos políticos, no nos lleve a acelerar aún más el subempleo.