Según una encuesta de PULSO PERU reportada el lunes en Gestión, han pasado de 59 a 73%. Los peruanos que consideran que actualmente será más difícil encontrar trabajo: La calle esta dura dicen. ¿Es solo una percepción, sin mucho asidero real? O, si realmente no hay trabajo suficiente, se crearían más oportunidades laborales descentralizadamente, siguiendo la recomendación de un ex Ministro de Produce de este gobierno, de reducir la Remuneración Mínima Vital en el interior del país. La desaceleración de la demanda de empleo formal es real (porque el sub-empleo sí viene aumentando crecientemente), ello es el reflejo no sólo de insuficientes tasas de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), sino también de ser este poco demandante de empleo por su composición sectorial.
Sabemos que la demanda de empleo es una demanda derivada de la dinámica del PBI, así como de la estructura que presente este. Por un lado, desde el 2011 viene desacelerándose el crecimiento del PBI, pero sobre todo desde el 2015 en adelante, sostenidamente el crecimiento del sector Primario -basado fundamentalmente en actividades extractivas (minería, pesca, hidrocarburos)- ha presentado tasas de crecimiento por encima de las exhibidas por el PBI no primario, -intensivo en mano de obra-. Sólo a manera de referencia en el 2017 el PBI creció en 2.5%, explicado por el crecimiento del sector primario en 2.9% mientras que el no primario lo hizo en 2.4%. Esta diferencia de dinámicas intra PBI que podría parecer marginal, explica que el año pasado, el empleo formal en el área urbana se redujo en 2.8% en comparación al 2016. Por lo referido, el que la calle este dura, no es simple percepción, y entonces cabe preguntarse si la política económica, no tiene nada que hacer al respecto. Considero que sí tiene un rol y planteo algunas ideas.
Es fundamental a fin de apuntalar la demanda interna, concentrar esfuerzos para que se efectivice la inversión para la reconstrucción, (dada la ocurrencia del Fenómeno del Niño Costero el año pasado); por parte del Estado, que no es poca cosa, no sólo por el monto presupuestado, más de S/. 7,000 millones destinados este año; sino también por la relación de complementariedad con la inversión privada. El caso es, que dada la coyuntura electoral regional y local de este año, esta evidentemente, se puede constituir –o quizás ya lo está siendo- como un factor que ralentizará la ejecución de la inversión pública prevista. Por ello, en mi opinión se debería modificar la normatividad actual, que establece un orden de prelación en la ejecución de los proyectos de inversión en reconstrucción, que prioriza a los gobiernos locales y regionales; debiendo asegurarse la ejecución a través del gobierno nacional, por excepción. Estos proyectos al estar descentralizadamente distribuidos, siendo intensivos en empleo, descentralizan también la demanda de mano de obra.
Adicionalmente a lo anterior, sería de utilidad formular una relación detallada de políticas sectoriales específicas, debidamente articuladas, por parte de los Ministerios de Economía y Finanzas, Producción, Transportes y Comunicaciones, Vivienda, Construcción y Saneamiento; dirigidas a promover al sector no primario de nuestra economía; (manufactura no primaria, construcción, servicios). Esta específica intervención estatal, debe de ser presentada explícitamente, por el MEF con indicadores medibles, ordenados en el tiempo, señalándose metas cuantificadas por lograr. Esta última sugerencia, además sería útil, para revertir la actual caída del tramo optimista de las expectativas de los agentes económicos. En parte originada por la inestabilidad política –que sí la hay- , pero también por la de carácter económico, cuyo efecto se hace directamente perceptible por la gente al ser cada vez más difícil encontrar trabajo. Sí, la calle está dura y no sólo es percepción, es una situación real, pero también hay márgenes de acción para actuar.
La evidente incompetencia de PPK y su “gabinete de lujo” ha paralizado al país frente a los desastres naturales de hace un año vinculados al “Niño Costero”, y en relación a la larguísima lista de obras públicas pendientes de inicio y de conclusión más allá de la famosa “Reconstrucción con cambios” que no ha metido un sólo gol, y mas bien ha anotado autogoles, esto es realmente preocupante. Se trata de obras tales como la reparación de unos 7,000 colegios públicos y el mantenimientos cíclico de los 43,000 restantes, la reconstrucción de los 300 puentes colapsados en diversas partes del país, el tren costero de corta distancia, la ampliación de la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, y la construcción del aeropuerto de Chinchero, la solución al desastroso transporte público en LIma y demás grandes ciudades del Perú, la ejecución de obras de saneamiento, agua y desague, y la construcción de más represas, la eradicación de la criminalidad callejera y de las bandas criminales organizadas de todo tipo. En fin. Estamos estancados.