En las últimas semanas, se ha comentado sobre el propósito del Gobierno de desarrollar una reforma laboral, buscando flexibilizar más el mercado laboral, en tanto se asumiría que la mano de obra es el factor crítico (para algunos único) a fin de mejorar la competitividad: «Si no flexibilizamos el aspecto laboral, va a ser difícil que podamos crecer 5 o 6 %, dice el presidente de la Confiep. Evaluamos brevemente el tema.
Para comenzar, la demanda de mano de obra es una demanda derivada de la magnitud de producción y adscripción sectorial de las empresas, por lo cual interesa saber qué pasará con la actividad económica. Al respecto el presidente Vizcarra estima un crecimiento de la economía en 4% en el 2018, mayor al año pasado de 2.5%, teniendo como fundamentos esperados que la inversión privada crezca en 4.7% y la publica en 10%, que el déficit fiscal, teniendo un limite establecido para el 2018 de 3.5% del PBI y el 2019 el PBI crecería 4,9% sustentado en un aumento de la demanda interna en 4%, habiendo crecido esta en 4.3% en el 2018.
También refiere el presidente que detrás del aumento de la inversión privada está el crecimiento de la inversión minera, que crecerá 19% en el 2018 por ampliación de Toromocho, Quellaveco y Mina Justa. Además, mencionó otros proyectos, como la ampliación del aeropuerto Jorge Chávez y los puertos San Martín y Salaverry, y la explotación del lote 95. Demanda por mano de obra.
Es en este auspicioso escenario en que aparece un run run grande sobre una venidera reforma laboral, con el acento cargado en el recorte de derechos como la duración de las vacaciones. Ante un resultante amago de incendio en la pradera, el Gobierno señalaba que: «Este Gobierno no pretende realizar una reforma laboral que recorte los derechos adquiridos de los trabajadores, ni de quienes se incorporen al mercado laboral» señalaba el presidente Vizcarra, a pesar de que en la CADE refirió: «Uno de los factores que eleva los índices de informalidad es el alto costo laboral no salarial», en un contexto contradictoriamente enrarecido, por declaraciones a la ves del primer ministro y el ministro de Economía respecto al periodo vacacional de los trabajadores formales, siendo la cereza del helado la renuncia del ministro de Trabajo.
Al margen de que en realidad la reforma laboral anunciada tendería a flexibilizar el mercado de trabajo (flexibilizar despidos, reducir aporte a Essalud, etc.) y convertir a la mano de obra, que es un factor cada vez más variable , e independientemente que el Gobierno no cuente hoy con espalada política para emprender reformas estructurales del calado de la laboral (sería un error extrapolar el apoyo recibido en el referéndum), debo señalar que el grado de competitividad de las empresas no se define solo por la productividad laboral, porque el trabajo no es el único factor productivo, y que la productividad de la empresa también dependa, por ejemplo, de la productividad del capital.
Al margen de que hoy existe una enorme asimetría entre al productividades laborales por sectores – por ejemplo, entre un trabajador minero y uno de servicios-, ¿algunos de los proponentes de la reforma laboral ha preguntado algo sobre las productividades del capital? ¿Por qué no discutimos sobre las productividades factoriales y de pasada sobre las sinergias entre estas? Finalmente, se contrata mano de obra mirando solo su efecto sobre el costo, o se compara este con la contribución a la agregación de valor por el trabajador. ¿La ecuación tiene dos lados, no?
PD: Lindas navidades y exitoso 2019 para todos.