Luego de algunas horas de vuelo en el ejercicio profesional tanto por la parte pública como por la privada, y estando en modo reflexivo, encuentro que tiende a ser asimétrico el conocimiento y la discusión pública alrededor de temas financieros y los propiamente económicos, con un claro sesgo en los primeros. No olvidemos que detrás de los números en las finanzas hay decisiones adoptadas, bienes y servicios producidos, como contraparte; siendo claro que estos últimos asuntos corresponden al plano económico, plano tan o más importante que el financiero. Miremos un par de casos locales.
El famoso riesgo país (RP) corresponde, cual tema de libro de texto, al plano de las finanzas. Como es sabido, el (RP) es calculado por el JP Morgan, mediante el EMBI+ (Emerging Market Bond Index), siendo este el diferencial adicional que debe presentar el rendimiento promedio de los títulos soberanos peruanos, frente al rendimiento del bono del Tesoro estadounidense (asumido en los mercados como el activo financiero más seguro).
Otro indicador alternativo son los Credit Debt Swaps, que son instrumentos derivados que dan cobertura a los que compraron un bono o deuda, frente a la posibilidad de que un emisor incumpla sus obligaciones de pago a los acreedores.
Así, en el caso de riesgo soberano –relacionado a bonos públicos– se originan categorías de calificaciones crediticias (rating crediticio): grado especulativo y grado de inversión, contexto donde las agencias calificadoras de riesgo internacionales elaboran y clasifican a los países mirando, entre otras cosas, acciones de presión respecto a sus deudas públicas. Estos ratings crediticios para el común de emisoras están usualmente designados por un conjunto de letras y signos o números estableciéndose una calificación determinada.
Alternativamente a los asuntos financieros, existen temas económicos poco comparativamente conocidos y discutidos; como es el caso de lo que hay detrás en cuanto a las asignaciones contenidas en el Presupuesto General de la República.
La tarea es ir más allá de lo obvio, cual es referir los productos logrados con el gasto ejecutado, y analizar qué resultados se obtuvieron dada la asignación de recursos (inputs), los productos generados (outputs) y los resultados económicos (outcomes). Siendo lo relevante estos últimos.
Un ejemplo: siendo conocido el presupuesto público para el 2020 de S/ 177,367’, para la función intervenciones sociales se asignaron S/ 66,276’. ¿Esto es mucho o poco? ¿Es discusión común, por ejemplo, conocer contra qué metas económicas se asignaron estos recursos para financiar la función referida? ¿Independientemente de qué sector los gaste?
Finalmente, de acuerdo a la evidencia presentada, se tiende a discutir hoy más sobre temas financieros como el riesgo país, coberturas, etcétera, quedando relegada la discusión sobre temas económicos. Por ejemplo, qué metas se pretende lograr con el gasto ejecutado, asumiendo determinados niveles de eficiencia y eficacia. En tal sentido, para comenzar a revertir este sesgo ayudaría mucho que el Ministerio de Economía y Finanzas sea un Ministerio más de Economía que de Finanzas. ¿Qué opina?, amable lector.