Amenaza y oportunidad

La incertidumbre sobre el futuro en principio de la economía china y sus adversos efectos derivados sobre el crecimiento local han hecho que la expansión del coronavirus -ya presente en 113 países- sea un factor de riesgo para nuestra economía, pero ello genera también la oportunidad de hacer política macro contracíclica, que amortiguaría parte de los efectos económicos adversos.

Un asunto central para la estimación de los efectos económicos es la expansión de este brote (coronavirus) y las capacidades de los países para enfrentarlo.

De acuerdo a proyecciones del FMI, se revisó a la baja el crecimiento estimado de 6% a 4.8%. Un efecto directo de esta desaceleración es un debilitamiento de la demanda de China, principal demandante mundial de metales para la manufactura por productos, como el cobre, generándose una caída en su precio. Este recorte del crecimiento chino podría ser consistente con un precio del cobre de alrededor de US$/Tm 5,483.

Cabe señalar que si bien en promedio un menor precio desacelerará la inversión minera y el valor de las exportaciones tradicionales en el Perú, la resiliencia entre empresas no sería uniforme, como es el caso de Cerro Verde o Southern, con estructuras de costos bastante eficientes. Se afectarán las exportaciones tradicionales y marginalmente las no tradicionales, 5% del total, en este último caso implicando principalmente a sectores como la acuicultura y agricultura.

La paulatina paralización de la industria china ya está generando discontinuidad en las cadenas de suministro de autopartes a la industria automotriz en general, y en el caso del Perú nos alcanza también este efecto, en tanto China es el principal origen de las importaciones peruanas, 24% del total. Piénsese, por ejemplo, en las necesidades de repuestos de autos y máquinas de marcas diversas comercializadas en el país.

Una extendida expansión geográfica y en el tiempo de este brote, dado el enfriamiento de la economía global, genera una gran incertidumbre que hará que los inversores tiendan hacia activos más seguros como los bonos del Tesoro americano, cuyo rendimiento ha venido cayendo y el propio precio del dólar, que ha venido incrementándose.

Si una mayor desaceleración de la economía local está más que cantada, a continuación debe actuar la política macroeconómica. Para ello, acertadamente el MEF retrasó para el 2024 el cumplimiento del déficit meta de 1% y no al 2021- como la normativa originalmente establecía-, esto da espacio para una mayor inversión pública, cuya ejecución llegó solo al 67% en el 2019. Incluso, parte del gasto no hecho ya tiene efectos adversos hoy, como es el caso de los S/ 1,072 millones asignados a prevención de desastres dejados de ejecutar, con 3 millones de personas en riesgo en 22 regiones. Si a esta mayor inversión pública y de la demanda, le adicionamos procesos de compra adelantados, constituyendo para ello los comités de adquisiciones respectivos e iniciando procesos ya incluidos en los PCA, este nuevo impulso de demanda generado no solo devendrá en una más eficaz gestión financiera, sino macroeconómica también.

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